• En la muerte de Eloína Suárez

Decía Cicerón algo que cada vez recuerdo con más frecuencia: «la vida de los muertos perdura en la memoria de los vivos». Podemos estar seguros, Eloína Suárez perdurará no solo en la memoria de su familia, sino también en la de la propia historia de Oviedo. Tuvo el honor, no buscado, de ser alcaldesa de la ciudad entre el 6 abril de 1978 y mayo de 1979. Hoy brota uno de esos recuerdos aletargados de infancia; unas visitas a su casa en compañía de un amigo, sobrino suyo. A pesar de lo difuminado del recuerdo, permanece en mí la sensación de cariño y de afabilidad que me transmitió. No eran años en los que la presencia de la mujer en la vida política fuera habitual. Costó mucho romper esa barrera. Eloína era ovetense nacida en el edifico que ocupaba el Sanatorio Getino; esquina de Conde Toreno y Asturias. Allí se ubicaba la tienda de ultramarinos «La Gran Vía» que regentaban sus padres, Manuel y Obdulia y de la que se hizo cargo al fallecer su marido, Alfonso Fuertes, cuando ella contaba 36 años. Tras visitar en Francia negocios similares, convirtió la tienda en el primer autoservicio de Oviedo. Su empeño por mejorar la llevó a estudiar por las noches Dirección de Empresas. Trabajó también en Artespaña, situada entonces en un local con entrada por Uría y Pelayo. El 7 de febrero de 1971 tomó posesión como concejala del Ayuntamiento, la única mujer en la Corporación. Desde 1975 era alcalde Félix Serrano González-Solares. Ante la enfermedad de éste, debía asumir la alcaldía el primer teniente de alcalde, Higinio Rodríguez Pérez. Pero renunció. Así que, como segunda teniente de alcalde, le tocó asumir la alcaldía. Con la llegada de Luis Riera en 1979 terminó su etapa de alcaldesa. Entrevistada por La Nueva España en junio de 2015 manifestó: «Cómo iba a pensar yo que sería alcaldesa de Oviedo. (…) Muchos pensaban que iba a decir que no, pero dije que sí. Soy del montón, que me toca ser alcaldesa, pues soy alcaldesa». El periodista Orlando Sanz, en 1978, decía de Eloína: «No sólo hay que ver en su designación la conquista femenina del Ayuntamiento. La formación, seriedad, serenidad, integridad, delicadeza, rigor, suavidad, exigencia, sentido del deber, simpatía (podría seguir así hasta mañana) de Eloína hacen que podamos celebrar su llegada a la Alcaldía con satisfacción, tranquilidad y suma confianza». Una vida vivida en plenitud y siempre con vocación de servicio desinteresado a sus convecinos. Algo que reconocer. Y agradecer.

Vaya desde aquí mi más sentido pésame a la familia. Descanse en paz.