Carlos Fernández Llaneza

Oviedo tiene un importante pasado industrial. Y no menor. Y entre esa industria se encontraba la minería. El Naranco fue, al menos desde el s. XVII, objeto de interés minero. En 1637 se expedían licencias para beneficiar dos minas de plata, plomo, cobre y otros minerales. En marzo de 1879 se creó la Fábrica de Mieres, S.A dando un nuevo impulso a la actividad extractiva en el monte. La producción de mineral de hierro se mantuvo en las minas del Naranco hasta 1915. También hubo pequeñas explotaciones de carbón, pero con una producción muy limitada.
El concejo de Oviedo, en contra de lo que pudiera parecer, ha sido un municipio en el que la industria minera ha sido históricamente una actividad importante y con un impacto económico y social determinante en localidades como Olloniego. Así, es bien conocido, que ya desde mediados del siglo XIX, la compañía Anglo Asturiana operó en el antiguo concejo de Tudela, habiendo constancia de que otra sociedad, La Espada, registró a partir de 1842 minas en Olloniego, construyendo incluso un pequeño horno de coquización. Ya en el siglo XX, la Sociedad Hulleras de Veguín y Olloniego, con capital mayoritario de la familia Masaveu, arrancó las obras de profundización de un pozo vertical de extracción en el lugar de San Frechoso, que recibirá el nombre de San José y que finalizaron en 1958. Finalmente, la compañía se integró en HUNOSA en 1968, cesando el pozo San José su actividad definitivamente en el año 1993.
Por otra parte, el municipio de Oviedo, también pagó su tributo de sangre, destacando el terrible accidente de la mina La Confiada III de Tudela Veguín el 4 de septiembre de 1985. A las 8.30, cientos toneladas de carbón se derrumbaron sobre once mineros que estaban preparando la madera para postear un taller. Siete de ellos consiguieron salir, pero otros cuatro quedaron atrapados: fueron los últimos muertos de la minería en Oviedo.
Toda una historia con profunda huella en nuestra identidad colectiva. Por eso me alegro sinceramente de que la mayoría de la Corporación apoye la iniciativa promovida por el Sindicato de Obreros Mineros de Asturias ante el Gobierno del Principado de Asturias para instar la declaración de la cultura minera como Bien de Interés Cultural Inmaterial al entender que “es un elemento singular y específico de las cuencas mineras que debe salvaguardarse para su respeto y difusión”, encontrándonos ante “una manifestación significativa y relevante desde el punto de vista identitario y cultural”. “Es fundamental para conocer el pasado y presente de Asturias y construir su futuro”, en palabras de la consejera de Cultura.
Una manifestación que hunde sus raíces en los más profundo de nuestra memoria y que, sin duda, contribuirá a enriquecer la candidatura para conseguir el ansiado objetivo de ser Capital Cultural Europea.