Marisa Ponga, concejal de Atención a las Personas e Igualdad del GMS
De todas las lacras sociales, de todos los retos colectivos que como sociedad nos urge alcanzar, la erradicación de la violencia de género es, quizás, el que más urgente. Por ellos es también el que más compromiso, más rigor, más continuidad y más consenso debe generar. No afecta solo a una parte de la sociedad, es un puñal clavado en nuestro sistema mismo de valores, en nuestro concepto de igualdad y libertad.
Por desgracia, sus efectos más dramáticos los hemos vuelto a sentir en nuestras carnes los y las ovetenses esta misma semana con la muerte de nuestra vecina Karla Belén Pérez. Pero, al margen de la cercanía de las víctimas, el problema sigue siendo de todos y de todas y hay que abordarlo siendo conscientes de su complejidad y con eficacia en las respuestas.
Por eso entiendo que lo menos edificante que podemos hacer las personas que tenemos responsabilidades públicas es generar en torno a este tema una polémica como la que se ha producido esta semana respecto a la necesidad o no de hacer campañas específicas en las fiestas de San Mateo.
Empecemos por lo básico, habría que responder a una pregunta: ¿Es San Mateo una fiesta en que suelan producirse habitualmente agresiones sexuales? La respuesta es no. No hay ni una sola denuncia en los últimos años en ese sentido, por tanto hay que transmitir un mensaje de tranquilidad a ese respecto a la ciudadanía. San Mateo, hoy por hoy, no es San Fermín, ni admite comparaciones de ese tipo.
El hecho de que no haya habido denuncias ¿significa que no las pueda haber en el futuro o que hayan existido y no se hayan denunciado? Evidentemente, no. Nunca existen garantías absolutas de seguridad, especialmente en un contexto de aglomeraciones festivas. Tenemos que trabajar para prevenir y combatir estos problemas de orden público.
La violencia sexista, sobre todo cuando se produce en la juventud y la adolescencia –que es una etapa especialmente sensible en la educación en valores-, es mucho más compleja.
Desde la perspectiva de muchos años de trabajo de las administraciones públicas con víctimas, agentes sociales, organizaciones de mujeres, entidades educativas, se ha comprobado que las campañas específicas, aprovechando un evento o circunstancia concreta, no son especialmente eficaces. La mejor manera de prevenir es incidir en los comportamientos, en las malas praxis de las relaciones afectivas o en la sensibilización social integral sobre el problema.
Lo que hemos planteado a la SOF no es una campaña específica contra la violencia machista en San Mateo, sino incluir y activar durante el periodo festivo una serie de medidas y actuaciones que estarán enmarcadas en una campaña más genérica y sostenida en el tiempo y coordinadas con otras acciones hacia aspectos que también nos preocupan.
Ése es el papel que entiendo que como institución pública nos corresponde, respetando por supuesto cualquier iniciativa que en éste o en otro aspecto pueda plantearse desde las organizaciones sociales y apelando de nuevo a la unidad en una materia que lo merece y lo precisa y en la que, desde mi punto de vista, son un error las ocurrencias improvisadas, o las apelaciones demagógicas, como reacción ante unos hechos que sobre todo requieren rigor social y político.